sábado, 10 de septiembre de 2011

Antropología de Extremadura, vale. Pero ¿qué es la antropología?

Para comenzar este blog me ha parecido oportuno incluir las palabras de Víctor Chamorro y su excelente libro «Érase una vez Extremadura...» pues creo que da un poco las claves de su temática, pero no adelantemos acontecimientos pues eso será más adelante, ya que antes de abordar la temática extremeña hay que aclarar algunos conceptos, pues deberíamos aclararnos un poco sobre el concepto y el objetivo de la antropología.

Formando parte de las ciencias sociales se ocuparía del estudio del ser humano, considerado éste de una manera holística, es decir, como un todo. Decir esto y no decir nada es lo mismo, la verdad es que cuando uno comienza una carrera de esta índole se queda un poco acongojado por no decir otra palabra... pues sencillamente abarcar todo el estudio del hombre debe ser una tarea inmensa. Sólo hay que ver  alguna asignatura como por ejemplo la antropología física que estudia al hombre como especie biológica, producto de la evolución y le comentan que abarca desde la Teoría del Big Bang para explicar el origen del universo hace 15.000 millones de años, pasando por la aparición de nuestro planeta azul hace 4.600 m.a, más tarde los peces, plantas, insectos, anfibios, reptiles, dinosaurios (hace 230 m.a), homínidos y hasta por fin llegar al  homo sapiens hace solo 10.000 o 15.000 años que desde África se extendería por todo el planeta... Así expresado le entra a uno ganas de salir corriendo.

Por ello podríamos dividir la antropología además de la antropología física mencionada, en  antropología social y cultural que estudia el hombre como ser en sociedad y miembro de una cultura, la antropología arqueológica que estudia vestigios de culturas de otras épocas y la antropología lingüística que investiga la relación entre lengua y cultura.

La comprensión de todas estas partes de la antropología nos daría las claves para saber:  ¿De dónde venimos? ¿Quiénes somos? y ¿Adónde vamos?. Algo simple sin duda.

Una de las disciplinas que tendrá mayor protagonismo en este blog será la antropología social y cultural cuyo origen no es precisamente muy  noble, pues fue a partir del conocimiento de que en el mundo existían gran variedad de culturas desde 1492 con el descubrimiento de América por Colón cuando se empezó a necesitar profesionales que pudieran investigar esas sociedades exóticas conquistadas y así poder colonizar y someter más fácilmente a los conquistados.

Desgraciadamente esos estudios siempre se realizaron desde perspectivas etnocéntricas, es decir, considerándose superior o mejor  la civilización occidental y entendiendo que nuestros comportamientos o creencias eran mejores a los suyos, sin entender que una cultura no se puede juzgar desde el punto de vista de otra y todas merecen igual respeto, que es lo que defiende el  relativismo cultural.

¿Y si esa cultura con sus tradiciones choca con los derechos humanos? ¿La deberemos respetar también? ¿Está la diversidad humana por encima de los derechos humanos? En fin, sin duda un complejo tema. Aunque desde luego no soy partidario de los que piensan que el antropólogo se debe ceñir exclusivamente a investigar sin tomar partido, pues creo que las injusticias no deben tener cabida en ninguna sociedad.

Ya hemos introducido un nuevo concepto «la cultura» de la cuál también debemos hacer algunas concreciones, pero será en otra ocasión.

viernes, 9 de septiembre de 2011

Prólogo


Érase una tierra en la que sus habitantes supieron que no eran castellanos, ni portugueses, ni andaluces, pero les costó mucho esfuerzo llegar a conocer qué eran, hombres más preocupados por hacer historia que por escribirla, que cansaron a la historia y no la tuvieron:
"...jazañas extremeñas, que los nuestros ejaron sin contaglas endispués de jaceglas." dijo Luis Chamizo.

Extremadura, una tierra sin óreos renacentistas, sin Luces, sin revolución industrial, impelida a buscar fuera lo que a ella no llegaba. Los primeros en Indias y los últimos en Filipinas. Victimista con el poder y siempre cenicienta. Nacer en Cáceres y morir en cualquier parte. Espíritu desunido anima a los extremeños. Bienaventurados los mansos. En Extremadura no se alumbraron pozos se hicieron rogativas. No se protestó se emigró. Un recuerdo para los que ligeros de equipaje, llenaron sus maletas con la Extremadura de la melancolía, exportándola por la ancha diáspora.

Con la esperanza de que los jóvenes, tan distraídos en el limbo de frivolidades, simulacros y apariencias, con las que tan pródigamente aderezamos sus comienzos, tengan alguna vez una sacudida que les motive no a mirar a Extremadura sino a verla. No a oírla sino a escucharla.

Ójala alguna vez concluya "Érase una vez..." como un cuento de hadas: Érase una generación que acabó para siempre con el espíritu desunido, que desestrechó la tierra, que consiguió que la Virgen de Guadalupe no estuviera secuestrada en su propia tierra por la diócesis de Toledo, que reivindicó el discurso machadiano: lo que no ha hecho el pueblo está por hacer, que nació en Cáceres y deseó morir en Cáceres, que hizo posible que Badajoz fuera tierra de Dios... una generación que desbroce caminos sin olvidar alguna mirada hacia atrás, de cuando en cuando, para conocer de dónde viene: todo pasado es prólogo.

(Víctor Chamorro – Érase una vez... Extremadura – 2003)